Por María Vaca Guzmán, Directora Asociada en Valuar
Recordemos la época donde comenzó a surgir la importancia que le dábamos a las habilidades blandas como un adicional a los perfiles de los candidatos. Ya no hay duda de que estas habilidades son igual o incluso más relevantes que las habilidades técnicas. Durante mucho tiempo, se consideraba que estas habilidades eran secundarias para los perfiles especializados. Sin embargo, llega un punto en las carreras de los ejecutivos en el que las habilidades blandas se vuelven significativas e incluso definitorias para su desarrollo profesional.
Además, en un entorno de trabajo caracterizado por metodologías ágiles, colaboración en equipos interdisciplinarios y organizaciones planas, es evidente que la inteligencia emocional se vuelve indispensable. Nos encontramos en un mundo BANI (brittle, anxious, nonlinear, incomprehensible), donde la complejidad abunda y la adaptabilidad es fundamental.
El mundo BANI describe un entorno empresarial frágil, ansioso, no lineal e incomprensible. Para tener éxito en este entorno, las organizaciones deben ser ágiles, flexibles y capaces de gestionar la incertidumbre. Además, deben tener en cuenta las habilidades blandas, como la inteligencia emocional, la adaptabilidad y el pensamiento crítico, para enfrentar estos desafíos y aprovechar las oportunidades que surjan.
Más allá de la experiencia acumulada a lo largo de los años y sin restar importancia a la formación académica, las búsquedas ejecutivas se centran actualmente en la evaluación de las habilidades blandas de los candidatos. En el mundo de hoy creemos firmemente que no se puede gestionar un negocio sin contar con capacidades de liderazgo motivacional, comunicación efectiva, pensamiento crítico, determinación, flexibilidad, intuición y empatía. Incluso la inteligencia pasa a un segundo plano en estos niveles. Como bien dijo Reid Hoffman, fundador de Linkedin, “No importa lo brillante que sea tu mente o estrategia, si juegas en solitario, siempre perderás”. Esto resalta la importancia de formar y liderar un buen equipo.
Por tanto, el desafío actual no solo radica en la continua actualización y capacitación de las habilidades blandas necesarias para cada empresa, sino también en la responsabilidad de los líderes para gestionar estas habilidades. Esto implica identificar las nuevas habilidades requeridas por los colaboradores, acompañar a las generaciones emergentes en su desarrollo y, sobre todo, tener conciencia y autoconocimiento de sus propias habilidades.
En resumen, en el entorno laboral actual, las habilidades blandas desempeñan un papel fundamental y los líderes deben asumir el desafío de gestionar estas habilidades para impulsar el éxito de sus equipos y organizaciones.