Por Cristina Bomchil, Directora Ejecutiva de Valuar
Aunque se dice que falta mucho para que las mujeres ocupen los mismos lugares de decisión que los hombres, y concuerdo con esa consideración, creo que la concientización sobre la importancia y el valor de las mujeres en el ámbito laboral viene al galope y dando fuertes iniciativas para reducir las brechas de acceso a puestos ejecutivos.
Desde Valuar lo notamos muy fuerte desde nuestra actividad como consultores especializados en búsquedas ejecutivas dado que las empresas nos consultan continuamente al respecto: si es posible encontrar mujeres con las competencias necesarias para tal función, qué opinamos sobre la incorporación de una mujer para tal otra, qué experiencia tuvimos con una mujer en determinado rol. Hoy escuchamos inclusive, el pedido expreso de que se incorporen en la terna finalista, indefectiblemente, mujeres. Esto inclusive sucede en las industrias más duras, como las de Oil & Gas, Metalurgia o Minería.
Pese a que este pedido viene mayormente de compañías internacionales, también lo recibimos de las locales, y cada vez con mayor frecuencia. Esta toma de conciencia, y su implementación práctica, como establecer una política de compañía respecto a que en todos los procesos de búsqueda participen mujeres, es un enorme avance para la causa femenina. Es verdad que tal vez no se reconozca plenamente que el motivo sea el valor adicional que implica la decisión de sumar diversidad, pero es un excelente comienzo. Es brindar la oportunidad que las mujeres que antes no accedían a estas posiciones puedan participar del proceso de selección, se las evalúe, se las compare con sus colegas hombres, y muchas veces resulten ganadoras.
El temor en la generación de oportunidades igualitarias en empresas para mujeres y para hombres, radica en el famoso dicho del Techo de Cristal. Este término tan utilizado sigue siendo una especie de fantasma que merodea en el género femenino. Se refiere a los obstáculos que tienen las mujeres para lograr el ascenso laboral y acceder a cargos directivos. Es la forma de interpretar simbólicamente esa superficie superior que permite a las mujeres mirar hacia arriba pero que les impide traspasarla, está construido sobre la base de rasgos que son difíciles de detectar, por eso no se ve y se llama de cristal.
Todos tuvimos una primera vez para desempeñarnos en un lugar de mayor responsabilidad, es la única forma de progresar, aprender y ascender. Darle a la mujer esta chance, de “romper” su cristal, de ejercitarse en roles de decisión para que pueda ir creciendo hacia puestos de dirección, es la mejor forma ir igualando la disparidad que existe hoy en día entre hombres y mujeres. Es necesario recalcar, que esta “novedad” en solicitar mujeres en las ternas -que muchas veces también lamentablemente nos complica la búsqueda- no es sólo por una cuestión de cupos, sino más bien de la instalación paulatina y palpable de un nuevo valor: la diversidad.
Es verdad que muchas veces no encontramos a esa mujer lo suficientemente preparada para una gerencia general, o para una posición de número uno en el área comercial o industrial dado que el mercado no ha brindado esa igualdad de oportunidades de crecimiento. Sin embargo, si nuestro cliente se anima a apostar al potencial, la elección puede resultar muy exitosa.
Es un tema a largo plazo, que llevará su tiempo, pero si esta tendencia persiste, la situación de hombres y mujeres en las empresas se equiparará, y más temprano que tarde ese “cristal” no será más un obstáculo.
En la base del problema de las futuras aspiraciones de la mujer está la educación, que comienza desde muy temprano en la vida, con el desarrollo e incorporación de modelos y proyectos profesionales de peso, como ideales a perseguir.